El primer contacto

David Bello López-Valeiras

Seguía hablando con mujeres todas las noches, pero la verdad es que no sentía una especial atracción por ninguna, quizás el ya mencionado miedo al compromiso me frenaba. Pero el lunes cinco de abril algo empezó a cambiar. Hacía un día increíble, casi de verano, con una temperatura elevada para esa época del año y un sol esplendoroso, de estos días que no te apetece estar en casa. Tenía por la tarde cita en el dentista, en Santiago, y para allí salí a hacer la revisión periódica. Como llegué con algo de tiempo, me acerqué a visitar a mi amigo Andrés —por cierto, personaje fundamental en esta historia—, en su peluquería, que queda muy cerca de la consulta a la que me dirigía. Andrés es un reputado peluquero con una larga trayectoria en la función de embellecer al personal. Tipo simpático y gran amigo, se alegró de verme. Charlamos un rato de su ex, los dos teníamos ya ex, pero él estaba todavía enganchado y asimilando la pérdida, por lo que necesitaba desahogarse con alguien, y quién mejor que un buen amigo para eso. 


En cuanto se acercó la hora, me despedí y me fui a la consulta a que me hicieran la rutinaria revisión anual de boca. Al llegar, una amable recepcionista cubierta con la obligatoria mascarilla me tomó los datos y me indicó que esperara en la sala correspondiente. Una vez sentado, saqué del bolsillo el teléfono móvil y me puse a consultar las redes sociales y esas cosas, lo típico que se hace en estos tiempos cuando tienes que esperar pacientemente en cualquier sitio. Entonces, se me ocurrió mirar en la aplicación de «conocer gente» quién estaba conectada a esa hora de la tarde en las cercanías de la ciudad, y solamente había una chica. Comprobé su perfil, desde luego, no tenía nada que ver con lo que buscaba: treinta y dos años (quizás demasiado joven para mí, ¿no?), fumadora (ufff, la cosa se complica), pretendía una relación seria (justo lo que me faltaba, ya seguro que no es mi perfil) y, por si fuera poco, buscaba a alguien de hasta treinta y siete años (obviamente, yo tampoco soy el de ella, pensé); incompatibilidad total, vamos, que no me hubiese fijado en ese perfil ni aunque fuera el único que existiera en esa App. Pero no había otra chica conectada en ese momento y pensé que, si le escribía, al menos, pasaría un rato entretenido mientras esperaba. Me decidí a hacerlo, aunque sin darle al corazoncito del like, no fuera a pensar que tenía alguna intención con ella y la liáramos, que no creyera que me gustaba, ¡quita!, ¡quita! Sería un mensaje solo para estar distraido, pues la esperanza de que me respondiese y mantuviese con ella una conversación era absolutamente nula.


Hola, atención, pregunta: ¿qué hace una chica simpática como tú conectada a esta App a estas horas con el día que está?
Posibles respuestas:
La educada: ¿y tú qué haces conectado? (te lo explicaré sin problema)
La no tan educada: ¿y a ti qué te importa? 🤷🏻‍♂️
La más maleducada: no contestar con lo que me curré la pregunta 😉😂😂
Como creo que eres educada y me dirás la primera, yo te contestaré, encantado, que es porque estoy esperando a ser atendido por el dentista 😅. Por lo que no sé si podré contestar más preguntas hasta que acabe, pero créeme que me gustaría mucho hacerlo 😄
Y que conste que no soy tu perfil, pero te aseguro que me haría muy feliz ser amigo de una chica a la que le encanta hablar de todo, sin más pretensiones.


Esto último lo ponía en su perfil. Aproveché para decírselo y que viera que lo había leído, eso siempre queda bien.
No contestó. Normal. ¿Por qué iba a hacerlo? Ni yo soy su prototipo ni ella es el mío, no pasa nada, a la revisión y la vida sigue. Me llamaron para que entrara en poco tiempo y todo bien; mi dentadura perfecta, no esperaba menos.
Cuando salí de la consulta, comprobé si había alguna novedad en la App y me propuse informarle, para seguir con el «cachondeo», de que ya había terminado.


Ya acabo de salir de la revisión, todo perfecto. 


Era consciente de que no le importábamos lo más mínimo ni mi dentadura ni yo, pero estas últimas palabras eran para ponerle «la guinda» al mensaje anterior.
Mi sorpresa fue mayúscula al ver que obtenía contestación.


¡Hola! Me alegro mucho de que haya ido bien la revisión, la salud bucal es muy importante. Y nada, soy una cordobesa que se vino a Santiago por amor, hasta que el amor salió volando hace un par de semanas por la ventana. No busco una relación, a pesar de poner eso en mi perfil, es porque tampoco busco rollos ni sexo. Busco amistad, poder salir a pasear, tomar unas tapas, hablar, respirar, tomar aire fresco y salir de la rutina de mi casa al trabajo y del trabajo a mi casa.


Su respuesta me dejó muy «tierno». No me parecía nada bien lo que le había pasado y que estuviera en Galicia ella sola después de haber hecho el sacrificio de desplazarse desde tan lejos, encima por amor, sin poder estar cerca de los suyos. La verdad es que soy bastante empático y muy romántico, creo que nunca sería capaz de hacerle eso a nadie, y menos si hubo algo, por lo que le contesté dejando claras mis intenciones.


Muchas gracias por contestar, la verdad es que traté de ser simpático (bueno, lo cierto es que no lo traté, lo soy, 😉😂😂 aunque seguro que no tanto como una cordobesa 🙃) y, al menos, aunque no me hicieras caso, pretendía sacarte una sonrisa, siendo consciente de que no estaba tratando de ligar.
Me encantaría conocerte y hacerte salir de la rutina un poco, entiendo lo que debes de estar pasando y no es agradable. Por supuesto, sin ninguna pretensión más que ser amigos; lo típico, tomar algo, unas risas, un rato agradable… Pero dentro de lo que es la amistad. Y créeme, soy de fiar, tengo una pequeña empresa cara al público y no me jugaría mi reputación aquí, soy bastante conocido. Y aunque no la tuviera, tampoco le faltaría a nadie.
Desde luego, si tú quieres y a tu ritmo, me refiero a que si prefieres hablar antes por aquí no hay problema.


No obtuve respuesta alguna, supuse que no estaría interesada; normal, un desconocido te envía un mensaje como el mío, encima yendo de «simpático» y ¿qué va a hacer? Pues pasar. Decidí insistir al día siguiente pensando que, total, tendría que darme igual si me contestaba o no, la que tenía el problema era ella, y como decía mi abuela: «Para quien no quiere, tengo yo mucho», yo ya me había ofrecido de manera totalmente sincera y desinteresada a ayudarla.
La tarde del día siete le escribí otra vez:


Hola, veo que no te interesó mi planteamiento 🥺.
Pues de verdad que era con la mejor intención.


Nada, no contesta. ¡Adiós!
El día ocho sí que hubo respuesta:


Perdona, pero me acaban de llegar todos tus mensajes del tirón. Esta App va muy mal.
Claro que me interesa. Aquí he estado casi dos años con mi expareja, que es de aquí y no tengo ni familia ni tejido social.
Precisamente, busco hacer un poco de vida social sin más pretensiones y tu planteamiento está bien y es acorde a ello.
Te agradezco la comprensión, así que si quieres hablamos mañana. Ahora voy a dormir, acabo de terminar el día y con el horario partido de lunes a viernes, no me da tiempo a mucho, je, je. ¡¡Que descanses!!


Sorprendido, le contacté al instante:


No hay nada que perdonar, estoy totalmente de acuerdo en que este sistema de mensajes va bastante mal.
Yo también me voy a dormir, que ya son horas. Te voy a dejar mi teléfono, por si quieres utilizar WhatsApp, Telegram o, si lo prefieres, seguir por aquí: 555678456.

Su contestación tampoco se hizo esperar:


Sí, mejor, porque ya te digo, acabo de recibir todos tus mensajes ahora mismo.
Lo apunto y te escribo mañana por WhatsApp, ya que no tengo Telegram. ¡Buenas noches!
Perfecto 👍🏼.  Buenas noches.